Corrida muy pasada de edad de la casa Guardiola en la que Esplá fue silenciado, Ferrera calentó los tendidos estando muy por debajo de sus oponentes y Torres Jerez conoció las dos caras del toreo.
Al final pudo llegar la desgracia en un toro impropio de cualquier lidia. Con casi seis años, desarrolló un sentido para la cogida que tuvo en un ¡uy! continuo a la plaza. Y a la plaza, el aficionado, va a sentir emociones, pero no a pasar miedo ni a intuir desgracias. De lidia difícil, digno de cuadrillas de mucho fuste, sin la intervención directa del jefe de filas, aquello se convirtió en un desmadre sin rumbo alguno. Con este último toro de la temporada de Roquetas, Torres Jerez se las tuvo que ver, y desear, para salir airoso del que ha sido quizá el toro más difícil de su vida torera. Esta plaza ya esta regada con sangre del torero de la Plaza Vieja. Después de dos cogidas espeluznantes, salió airoso con el reconocimiento, y agradecimiento, del respetable por haber terminado sin mayores sustos. Si en el último triunfó épicamente, en su primero lo hizo artísticamente con un temple, entrega y sosiego dignos. Hay que resaltar que cuando lo recibió con el capote, a pesar de que el toro le cerraba, le aguanto sin ningún titubeo. El premio de una oreja suena a las que se consiguen con fuerza. Para mi gusto era de dos.
Luis Francisco Esplá y Ferrera llegaron procedentes de Madrid de madrugada al hotel por diferentes motivos. El primero porque no quiso perderse una ópera en el Teatro Real. El segundo porque venía de hacer paseíllo en la feria de otoño en Las Ventas frente a Victorino. El primero lleva 32 años de alternativa ininterrumpida de sus 51 años de vida y siente que la suela de las zapatillas se le están gastando y que ya le duele el peso del oro. El segundo se plantea larga vida en esto del toro.De Esplá se pueden decir muchas cosas: respetado por la profesión, considerado por la afición, polifacético, inteligente, recuperador de una técnica de esencias añejas alejándose de los cánones estéticos actuales, de bordados en sus trajes de 1850, conferenciante, comunicador. En la plaza ejemplo de dirección de lidia y de pundonor sin engaños. En Roquetas, las apreturas definieron alivios que provocaron silenciadas faenas.A Ferrera le va la marcha del jaleo. Se bulle a sí mismo. Se emociona sin creérselo con un tic aburrido de transmisión hacia el público. Con el mejor toro de la tarde, siempre a media altura, acompañando la embestida del toro, sin someter y, por tanto, torear, consiguió que el escaso público de la plaza de Roquetas pidiera doble premio. Menos mal que la presidencia no se dejó llevar, quizá por fobias, por el vocerío provocado.Se cerro el ciclo de temporada de este año 2008. La plaza debe salir a licitación por imperativo legal, o bien decidir gestión directa o encomienda del ayuntamiento. Será la temporada del antes y después de los toros en Roquetas.
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